Es cerca del kilómetro 7 cuando cambiamos totalmente de superficie, ahora rodamos por caminos de tierra y piedra rodeados de pinos, todo en una ligera ascensión salpicada en algunos tramos de algún porcentaje subido de tono que nos recuerda que la montaña no se va a dejar batir sin ofrecer resistencia.
Cruzamos el barranco del Forat, con algún porcentaje cercano al 12%, pero nada que no podamos superar subiendo piños y apretando los dientes, de momento el paisaje no es muy distinto del acostumbrado por las montañas de la zona, zonas de pinada que seguro vivieron épocas de mayor frondosidad, matojo bajo y la sensación que te llevas cada vez que pasas por zonas como esta de que ojalá no sea la última vez que veas lo poco verde que queda.
Continuamos nuestro pedalear y es pasado el kilómetro 12 cuando, después de estar un rato subiendo poco a poco te encuentras con la única "tacha" realmente dura, es tras un par de serpenteos que hace el camino cuando de golpe y sin previo aviso aparece ante tí una "pequeña" pared con alguna pendiente que alcanza el 33%, las piernas se quejan, rabian, ante semejante desnivel, pero no hay nada que un platito y un gran piño no puedan solucionar.
Continuamos con el continuo tirar para arriba y llegamos a giro pronunciado a la izquierda tras llegar a unos corrales donde no tenemos más remedio que para para admirar el paisaje que se planta ante nuestros ojos.
Montañas que quedan grabadas en nuestra memoria con la esperanza de poder subirlas en próximas visitas, caminos y más caminos, campos de cultivo, en fin todo paraíso que cualquier biker desea tener cerca para poder rodar en libertad.
Continuamos hacia el barranco de Bombón cruzando el barranco de Mora y dirigiéndonos hacia el barranco de Gabarra, es en este punto cuando abandonamos el camino y nos sumergimos en una senda estrecha que sube, aquí el cambio de pendiente y el terreno nos pilla por sorpresa y nos hace poner pie en tierra, conociendo la zona ya, es seguro que desde abajo sabiendo lo que se te viene encima lo encaras de otro modo y no es preciso quitar lo pies de las calas, pero la novatada la pagamos dando con nuestras suelas en la tierra.
Al llegar a la zona más alta de la senda observamos lo que queda de una pequeña aldea que vivió tiempos mejores, probablemente cuando la gente veía las montañas como un recurso natural que había que cuidar para poder obtener su fruto.
Continuamos nuestro camino entre pinadas y ya se torna más suave, dejamos el ligero ascenso y notamos como poco a poco nuestra velocidad empieza a crecer hasta llegar a algo parecido al paraíso, un gran campo de naranjos se extiende ante nosotros y no podemos más que dar gracias y tomar prestada una naranja que nos sabe a gloria y nos permite emprender los poco kilo,otros de vertiginosa bajada que nos queda hasta llegar a nuestro destino donde aguarda paciente el coche.
Al final resulta una ruta de 33,09 km, con un desnivel acumulado de 530 metros y una pendiente media del 3,98%, con un IBP de 33.
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