"En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como Don Quijote los vio dijo a su escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla, y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra".
A mi memoria acudía la novela de Don Quijote de la Mancha cuando ya cerca de las 10:30 de la mañana coronábamos el objetivo de la salida de hoy, pero no adelantemos acontecimientos, empecemos por el principio.
Era una mañana fría para la época del año en la que nos encontramos, pero bueno, no hay nada que algo de ropa de abrigo (olvidad en la percha) no solucione.
Pues en esas estábamos en frente de la estación de tren de Xiva cuando al subir sobre nuestras monturas a empezado a llover.
Ha sido un agüilla constante, que casi no notábamos debido a que desde el primer metro de la salida de hoy hemos empezado un ascenso continuo por las calles de Xiva, al dejar algunas fábricas hemos entrado en nuestro querido terreno pedregoso y polvoriento (hoy no gracias al agua).
El terreno no paraba de subir y mientras subíamos las nubes aguantaban impacientes a descargar sobre nosotros una carga que no queríamos, por mucho que haga falta por estos lares de la península.
Lo cierto es que cuando llevábamos algunos kilómetros y no parábamos de subir nos ha entrado la zozobra ya que al ser una ruta nueva para nosotros no veíamos nada conocido y no sabíamos a dónde nos dirigirían nuestras pedaladas.
En una de estas y tras algún tramo que nos ha hecho agachar la cabeza y apretar los dientes con fuerza he visto a nuestra izquierda un monte que he reconocido por su forma característica: El Motrotón, por el que he pasado alguna que otra vez con Ballesta. Allá a lo lejos se vislumbraban las montañas de Macastre que más de una vez he tenido el placer de subir.
Ya con ánimos renovados y viendo nuestro objetivo al fondo, nos hemos sentido un poco más tranquilos, ya empezábamos a reconocer los puntos que teníamos delante: a nuestra izquierda los molinos con su lento girar, a nuestra derecha la silueta del pico de las hiervas. Ya situados, hemos continuado el ascenso.
El camino ancho, limpio de piedras en su mayoría y sin pendientes excesivas, ahora, sí, hay que pedalear con ganas para ir superándolo.
Rondando los 15 kilómetros hemos preguntado a un grupo de bikers con los que nos hemos cruzado ya que el track que teníamos no llegaba has ta los molinos, tras indicarnos nos hemos desviado ligeramente del camino marcado por el track y nos hemos dirigido hacia la primera bajada a la que nos enfrentaremos hoy, bajada rápida, veloz, vertiginosa, estupenda, aunque no la acabas de disfrutar del todo ya que sabes que en breve lo bajado lo has de volver a subir...
Al final hemos llegado a los molinos y nos hemos dejado llevar por el espíritu quijotesco y aunque no hallamos podido cabalgar sobre los molinos, hemos inmortalizado con alguna que otra foto el momento.
La sensación de insignificancia que te deja estar bajo las aspas de esos molinos es indescriptible, al igual que el sonido que desprenden a cada vuelta que dan.
Bueno, toca subir lo bajado, y curiosamente es ahora cuando nos enfrentamos a la zona más dura de la jornada, lo que antes era velocidad ahora se convierte en esfuerzo, lo que antes pasaba desapercibido ahora lo adviertes con todos sus carices.
Llegamos al desvío que nos ha llevado hasta los molinos y sin solución de continuidad continuamos el ascenso hasta llegar a la loma del cuco, lugar que disfrutamos hace bien poco en esta ruta, pero hoy lo visitamos en sentido inverso, tomamos el camino hacia la derecha y pasamos por la nevera echando una mirada de reojo con respeto por los esfuerzos que siempre supone el llegar hasta allí.
esta vez emprenderemos el camino de vuelta por la bajada que una vez fue subida, por la bajada que hizo que desde aquella vez mirará con recelo la sierra de Xiva por el sufrimiento que me supuso conseguir doblegar cada una de sus curvas y contra curvas, pero hoy tocaba disfrutarla, no sufrirla, emprendemos un descenso vertiginoso y no carente de peligro en algunas revueltas en las que la velocidad se apodera de tu cuerpo y no llegas a controlar cuando debes de frenar y alcanzamos sin más percances la fuente Umbría, lo de fuente por decir algo, es una pena que ya no mane agua de esas fuentes, ya me dió un aviso la última visita a la Calderona cuando no pudimos ni mojarnos los labios en la font del Poll, hoy en Xiva veo que la falta de agua también afecta a los manantiales, esperemos tiempos mejores en los que no sólo los anfibios disfruten del líquido elemento.
Pasamos fuente Umbría y bajamos por la cuesta del cura, recordando lo complicado que se hace subirla, el resto que nos queda lo hacemos casi todo por asfalto hasta llegar de nuevo al coche.
El sol nos acaricia los brazos con sus cálidos rayos, ya no queda rastro de la lluvia que nos refrescaba a primera hora de la mañana, otra salida más y otra vez volvemos a casa cansados pero con una sonrisa de complicidad en el rostro.
IBP 85, con 1135 metros de ascenso acumulado, una pendiente media de casi el 6%, hemos dejado la cota en 977 metros y la sensación de plenitud que te deja el haber hecho los deberes.
Ruta aquí.
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